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10 abr 2009

Cazando

El sol se estaba poniendo tras las colinas, era hora de prepararse, Rolando empezó sus oraciones a la puerta de la cabaña, pidiendo perdón por las vidas que iba a cobrar esta noche, la vida en las montañas era dura, y es una vida por otra vida, la gula es un vicio desconocido para aquellas gentes puesto que la comilona de hoy, se transforma en hambre y muerte mañana. Acabadas las plegarias, se cambió la túnica por ropas oscuras, cogió sus útiles de caza, y se adentró en la oscura noche.

Conocía los alrededores, habia crecido allí, la suave luz de las estrellas le permitían intuir por donde iba, no hacia ruido al caminar, el silencio iba a ser su aliado en las siguientes horas, necesitaba fundirse con la noche. Salió la luna a su derecha, y efectuó un breve descanso, su mente estaba repasando los siguientes movimientos, saltar el siguiente arroyo, comprobar el viento, subir a la loma, arrastrarse por la cima, bajar por la otra ladera, evitar los ruidos, cuidarse de que la luna no lo delate con las sombras, y llegar hasta la primera línea de árboles.

Se estaba acercando a los árboles, decían los ancianos de la aldea que si una ardilla subia a un árbol y saltaba al siguiente, y después al otro y al otro, los nietos de la ardilla llegarían al último árbol del bosque. Criaturas peligrosas moraban en él, una de ellas de melenas rojizas, y más ágil que el más ágil del abuelo de las ardillas. Rolando se deslizaba entre los árboles, atento a los ruidos del bosque hasta que oyó el sonido del agua.

Llegó a un claro del bosque, y en el medio un estanque, como las historias de ninfas que le contaba su abuelo, pero todo el mundo sabe que las ninfas no existen y los cuentos de los abuelos son eso, cuentos, y los cuentos jamás han llenado una barriga. Más provechoso son los consejos de los abuelos, si han llegado a viejos, es que han cazado mucho, y uno sería totalmente idiota si no los escuchase.

Se apostó contra el viento, a quince metros de la charca, para sorprenderlos en el camino de vuelta, se escondió entre las ramas y esperó, la luna siguió su camino, y el esperó inmóvil, escondido, la parte más tediosa, atento a cualquier movimiento que delatase la llegada de una presa, con mucha suerte sería un herbivoro, pero lo más probable sería lo contrario, un carnívoro cazador como él. Durante el último mes habia visto un macho, rojo como el fuego, estaba en celo, buscando una hembra desesperadamente, tambien significaba que estaría más desprevenido, como todos los machos en celo. Sus pensamientos derivaron a su casa, a su lecho, y a su mujer durmiendo, cuando de repente... creyó vislumbrar una sombra rojiza entre los árboles...

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Estaba con la mente en otra parte, pero ahora ya estaba con todos sus sentidos alerta, siguió inmovil, tenía un árbol a su espalda, en caso de necesidad, si la situación se torcía, podía usarlo de parapeto, como en un juego infantil, solo que en ese estanque una vida se apagaría.Todo siguió en silencio, solo se oía el murmullo del agua y el susurro de los árboles, se relajó al pensar que era aún de noche, asi que ¿como habia podido distinguir el color rojo?, solo habia un animal con ese color, una mala bestia de grandes melenas, fiero y sanguinario como ninguno. Quedaba poco para el amanecer....

Y sintió un resoplido, en los pelos de su nuca, con el miedo recorriendo su cuerpo se dió la vuelta y...
Y sintió un resoplido, en los pelos de su nuca, con el miedo recorriendo su cuerpo se dió la vuelta y...

Se encontró de frente con la bestia, paralizado, se le aflojaron los agujeros de su cuerpo y se cagó encima. Una vida por otra vida, en ese claro del bosque habia un cazador y él era ahora la presa, el equilibrio no se rompería, mientras, en los últimos momentos admiraría al animal al que dentro de poco serviría de alimento...

Un jovén macho, fuerte y presumidoA un jovén macho, fuerte y presumido

Se estaba preparando para morir, dando gracias por estos últimos monentos, pero la bestia lo olió y desapareció entre la espesura



Una peste a su propia mierda subió a su nariz, se dirigió al estanque pensando que si algun día llegaba a viejo, esta historia no se la contaria a sus nietos...

(Me ha quedado un poco peliculero, pero nadie se imagina lo que me ha costado sacarle unas fotos decentes al dichoso Betta, es más ágil que un espagetti en la boca de un niño, todo el set de fotos aquí)

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