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29 abr 2009

El viajero, la maleta, un par de zapatos

Un viajero llego una noche a una posada, bueno vamos a actualizar la historia, una noche un viajero llego a una casa rural, el establecimiento es acogedor, el servicio familiar, un matrimonio con una hija, para el desenlace de lo que voy a contar es necesario que la hija sea mayor de edad. El aspecto de la casa y la apariencia física de cada uno lo dejamos a la imaginación del lector. Lo que si debemos saber es que el viajero llevaba varias maletas, entre ellas una maleta enorme, mucho más grande que las otras.

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El viajero, en el comedor, en ese dulce sopor que se produce despues de una buena cena, empieza a mirar a la señora de la casa, la cocinera, la posadera, la madre de familia, y le pide al camarero, sumiller, señor de la casa, padre de familia que si puede ir a su habitación y traer la maleta más grande de su equipaje.

Mientras espera, empieza a fijarse en la recepcionista, a todas luces hija del matrimonio, ya hemos dicho antes que era mayor de edad, ¿cuanto? imagínatelo tú, amable lector. Mientras estás ocupado pensando, la grande y pesada maleta ya está en el comedor al lado de la mesa.

En esto el viajero se dirije a los tres, pidiéndoles su atención, les dice que él hasta hoy fué banquero, que ha birlado pasta de la caja, o de algun cliente, que va tomar las de VillaDiego y va a salir por patas con el fruto de su rapiña en forma de billetes de 500 apelotonados en la pesada maleta. En su última noche en el país antes de coger en el avión quiere una noche de desenfreno con uno de ellos.

La señora, la cocinera... práctica hasta la médula, hace un rápido cálculo de las deudas pendientes de la familia, gastos futuros, caprichos, le añade el 20% por si las moscas: Le contesta, por subir a la habitación medio millón

La hija, la recepcionista... no hace ningún cálculo, piensa que la diferencia de edad debe repercutir en el precio final, y si madre puede, ella también y por supuesto mucho más. Un millón, hasta el amanecer.

El padre, camarero, sumiller... que recuerda el peso de la maleta, y pensando que para hacer tortilla hace falta romper huevos, y que ya puestos a torear, salir por la puerta grande, dice millón y medio y te llevo al areopuerto. El viajero los mira a los tres, meditando su decisión saborea su vino y el Abuelo que estaba en un rincón al lado del fuego sin decir ni pío toda la velada, suelta una perla con la infinita sabiduría que dan los años... Ya tenemos a la adúltera, a la puta y al maricón, solo nos falta el dinero.

¿A que viene esto?, que tengo un sexto sentido para el vil metal, me explico, estoy mirando cámaras de fotos, de las llamadas bridge, estoy mirando algunos modelos descatalogados que por ello están muy bien de precio, varias opciones interesantes y sobre todo muy asequibles, hasta llego a comprender los números técnicos que aparecen en los objetivos, encuentro una que se me ajusta como un guante, buenas revisiones, buenas opiniones de profesionales, vamos, me está diciendo que la compre, en ese punto me doy cuenta de que no he mirado el precio, y me llevo la grata sorpresa de 1500euros de cámara así redondeando, menuda vista la mía ;)

Tambien me pasa con los zapatos, de una fila de zapatos, sin saber el precio, siempre me gustará el par más caro.

1 comentario:

  1. Un hombre inteligente sabe adaptar sus exigencias a las circunstancias... Si lo eres o no es cuestión de tu propia perspectiva

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